Era una
mañana de invierno, gélido como estos días,
transcurría el mes de Agosto de 1973, y parto de mi casa rumbo a la radio, como
cada amanecer.
Mientras
estacionaba mi “fitito”, frente al mítico edificio de Uruguay 1237, observo el
ingreso de una piba interesante
por su figura, y que con aire tímido, ingresa a ese edificio desde donde emitían LR3 Belgrano, LR2 Argentina y
LS6 Del Pueblo.
La
rutina diaria de saludar a los responsables de portería y dirigirme al
ascensor para acceder al 2° piso, a Radio
del Pueblo para conducir “La
Sorpresa ”, fue acompañada en mi mente por la imagen de la intrigante damisela que me había
fascinado.
El
viejo y lento elevador, llega a destino y allí mi habitual encuentro con Roberto
Rinaldi, a quien como de costumbre era el primero en visitar a su reducida oficina
deportiva.
Entro
al estudio, y ¡¡¡ Oh “sorpresa”, esa figura que me impactara no se porque,
estaba sentada frente a Germán Funes, el locutor insignia de esa casa, hoy
olvidada.
Nos presentamos,
“vengo a reemplazar a Ofelia Florez” la
locutora de turno de cada mañana. Mi nombre es GRACIELA MANCUSO, me expresó con una voz dulce, propia de ese encantador
envase que durante varios minutos me había turbado.
¡¡¡Perdón!!!
¿Cómo me dijiste que te llamás? ¡¡¡Graciela Mancuso!!! Me respondió.
Mi
rictus fue percibido por ella con asombro y yo, traté de asimilar que aquello
no era un sueño. ¡¡¡Sabes que a G.M., la
despedí hace apenas media hora y anoche dormí con ella!!! Le respondí. ¿Por qué mi destino son las G.M.?
Allí comencé a entender que aquel encuentro a primera vista que me dejara atónito,
tenía razón de ser.
Así,
siempre entre bromas por esa impensada casualidad, transcurrieron nuestras
vidas profesionales, pasó algún tiempo y en una fiesta de la radio, las puse
frente a frente.
Mismo
nombre y misma edad. Aquella Graciela Mancuso siguió un vertiginoso camino,
propio de una vocación pocas veces observada en las locutoras que he conocido. Mas
una profesionalidad que con los años, marcó con sello propio una brillante
carrera, digna de las más excelentes locutoras que gestara nuestra radiotelefonía.
Pero
lamentablemente, cuando su amor por la radio y su talento, la volvían a ubicar
en las marquesinas del eter, su corazón lleno de cariño y ternura, le cometió un furcio irreparable. Dejó de
latir y silenció una voz única e irrepetible.
No será solo por esa feliz presencia de tu tocaya en que te recordare Greys,
sino porque desde aquella mañana de invierno en que te conocí como colega y
luego como tu fiel oyente, perdurarás entre mis ídolas de esto tan maravilloso
que hemos compartido, la RADIO.
Ayer, 24 de Junio nos has dejado, pero siempre estarás entre tus contemporáneos.
Lamento con impotencia, algo que vengo pregonando en reiteradas notas de este
espacio. Fueron muy pocos los que por estos tiempos, solo por casualidad
esgrimen el uso del micrófono, ayer en tu partida que te rindieran ese homenaje
sentido y merecido que supiste ganarte en la vida como mujer y como
profesional. Es que ya en las absurdas
escuelas de locución, no se enseña la historia de la radio, ni se predica el
respeto por los que como entre tantos, surcaste los aires de un país ávido de las estrellas de la voz.
Greys,
ya estarás seguramente con Juan Alberto, y tantos que partieran a destiempo, pergeñando
nuevas ideas o reeditando aquellos éxitos que nos regalaste en tu hermosa vida.
A quienes
quedamos huérfanos de esos seres con voz pero sin imagen, ahora como Ángeles
celestiales, desde donde estén, pregonen para que nuestros medios cumplan el
rol que hiciera que nos cautivara, y que quienes por pura casualidad se le
animan a nuestra herramienta más eficaz, el micrófono, dediquen su tiempo a
otra cosa.
“YO EL
OYENTE”, representante de tantos seres anónimos, nunca te olvidaremos y
perdurarás en nuestros corazones.
Querida Graciela ¡¡¡Te nos fuiste muy temprano!!!