jueves, 2 de febrero de 2017

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RIVADAVIA, SOLO UN NOMBRE EN EL RECUERDO

E
n la edición de hoy de Clarín, la escriba Agustina Binotti presenta una nota, referida a los cambios que se producirán en la tradicional emisora del “Gallo y la Lechuza”, ahora bajo la apuesta de los nuevos permisionarios.

Si bien no había que hacer mucho esfuerzo para levemente mejorar la deplorable programación que hasta hace días y por años presentara la otrora líder del dial, da toda la sensación que quienes han tomado las riendas, para esta nueva etapa, le errarán al bizcachazo.

En radio, lo esencial es “buscar contenidos y no estrellas” y mucho menos si estas ya están achicharradas por los continuas hogueras profesionales y personales a la que se expusieran.

Agustina, sin embargo apuesta. “Cambio de aire para Radio Rivadavia”. Todos quienes integrarán la nueva grilla de la emisora de la calle Arenales 2467, ya están de vuelta y lo peor, cada quien con una pesada mochila sobre sus espaldas. ¡¡¡La gente no es tonta!!!

Aquella Rivadavia a la que hace referencia, intuyo joven periodista, que seguramente no conoció, jamás será igualada.

Veamos. Fabián Doman, ¿Que es, que hace? Periodismo seguro que no. Viene de fracaso tras fracaso en todo orden, sin olvidar las tristes comedietas de que fuera protagonista con su propio aval en su vida personal.

González Oro, ya fuera del closset, no es mas el creíble “langa” que hipócritamente mojaba a sus chuchis. De esto pasaron diecinueve años, y  la mentira no da para más. Seguramente en sus histéricos ataques, empañará los vidrios de sus anteojos, con lágrimas  de “que abajo te has venido”.

Otra estrellita de papel mache, Gemán Poolosky. Ni periodista deportivo, ni conductor, ni nada. Rebote tras rebote en una carrera que cuando apareciera en el deporte, se vislumbrara como con futuro. Y el final, para Sebastián Vignolo, a quien le hicieran creer ser un buen relator, pero pegó con la cabeza en el techo y allí quedó. Seguramente estará rodeado de diez  pseudos periodistas, donde todos gritan y hablan a la vez. ¡¡¡Este es su estilo!!!

De todo lo que propone la nueva programación de esta nueva candidata al “cambia el dial por favor”, asoma como verdadera profesional y con condiciones para en algo salvar los papeles, es Rosario Lufrano. Hecha en la escuela de aquella vieja Rivadavia, cuando era una simple notera, pero que sin duda, ha quedado impregnada de aquello, verdadera escuela con maestros que marcaran un hito en la historia, no ya de LS5, sino de la Radiotelefonía Argentina.

La nota que promoviera este comentario, cierra “Con este equipo Rivadavia busca competir con fuerza como ocurriera décadas atrás” Estimada Agustina, o bien sos muy joven,  no conociste lo que fuera aquella Rivadavia, o bien  este es un solapado aviso, con giros periodísticos que en absoluto se asemejan a la realidad que nos querés pintar.

Ricardo Jurado, Cacho Fontana, Héctor Larrea, Antonio Carrizo, Juan Carlos Mareco, José Maria Muñoz, Horacio García Blanco,  Rubén Aldao, Velazco Ferrero, Juan Carlos Morales, Osvaldo Caffarelli, Fernando Bravo, Rina Morán,  Carburando….¿Querés más?

Quizá en esta pobreza franciscana que hoy caracteriza a nuestra radio, y desde la óptica de una joven ignota en la materia, se puedan abrir esperanzas. ¡¡¡Pero no, categóricamente, NO!!! Rivadavia desde 1959 hasta mediados de los ´90, fue una marca registrada, sinónimo de éxito  en todo el país. Hoy, la propuesta es una muestra más, que denota fuera concebida por gente para nada idónea y  que poco saben del tema.

Es una ofensa para aquellas glorias, encabezadas por Don Jacinto Fernández Cortés, querer equiparar este rejunte de frustrados, con una programación que era un verdadero parlante en cuanto rincón existiera en el territorio nacional.

Un halo de aire viciado se avecina por las calles que transitara con su brillante glamour, 
"el Dr. Pueyrredón Arenales "
¡¡¡Otra vez sopa!!!
EN EL PLATO DEL FRACASO

sábado, 21 de enero de 2017

Harto ya de estar harto ya............

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D
os razones hacen que desde este modesto blog, haya permanecido alejado del teclado. Una, quizá la principal, es el no sentir ya a los medios con la pasión que me acompañara en la vida, básicamente la radiotelefonía.

Esta, como también la televisión han sido depredadas impunemente por personajes siniestros que han ingresado a ella, más como un negocio, que el cumplir con la vocación de radiodifusor, que como la de un locutor, el operador o un periodista, se vuelcan al medio por pura y absoluta pasión y vocación que se mama desde niños.

Otra, es la extrema politización a que se ha llegado. Esto ha permitido que se utilizara el aire para agredir impiadosamente al enemigo político de turno, en desmedro de la calidad de los productos que insólitamente cautivan audiencias. Toda similitud con los tradicionales programas partidarios de Boca o River, es la semejanza más clara que en estos tiempos, han cooptado a las distintas emisoras.

Además, este experimentado oyente de lo que fuera la “verdadera radio” ya no soporta que el dial, sobre saturado, se convirtiera en verdadero villorio de emisoras que aparecen vaya uno a saber de donde y desde donde. Solo se han incrustado en las bandas para molestar al oyente, que de memoria sabíamos como se conformaba el dial, tomando como referencia la emisora  que aparecía al encender el receptor.

Hoy alejado de leyes, transferencias de titularidades, me he rendido por impotencia y una gran dosis de aversión, al percibir que cualquiera” dice” que hace radio. No importan su voz-arma fundamental de todo quien ejecuta un mensaje en el medio- ni el nivel intelectual y mucho menos el respeto hacia quien está del otro lado del micrófono. Alguna vez en este espacio expuse que  El micrófono mal utilizado es un  arma letal” y hoy, este apotegma cobra una lamentable vigencia. Así como en la cotidianeidad de nuestras vidas, percibimos en todo orden, un marcado abandono de quienes deberían cuidarnos, eso mismo se percibe a través de ese mágico aparato, que cuando niños nos intrigaba ¡¡¡Donde estaba el señor que hablaba!!!

Pero algo positivo estoy descubriendo en los últimos tiempos. Las verdaderas  RADIO EMISORAS, muestran su legitimidad a través de la incorporación de algo clásico, elemental y necesario para el ingenuo oyente, que por ignorancia, costumbre o desinterés, desconocen cuales son las realmente legales y las otras. Nuevamente las tradicionales emisoras, han vuelto a incorporar en sus institucionales, el sello distintivo de garantía de legitimidad, la “SIGLA IDENTIFICATORIA”. Ya resultaba un verdadero absurdo que estas solo se igualaran en la gran ensalada, solo por su frecuencia, tal como las que se instalaran por esas cosas inentendibles que se gestaran desde la década del ’90, agudizándose aún más, desde la mentada y frustrada “ley de medios” que ampliara el descalabro total del sistema de radiodifusión en el país.

Y aquí recalo nuevamente en mi abandono y desgano en el tema. Quizá existan algunas nuevas radioemisoras que estén debidamente legalizadas y este oyente lo desconozca. Sería importante entonces que también esgriman con orgullo las siglas asignadas o bien que el Estado Nacional, a través del organismo correspondiente, les estipule aquella que le corresponde, según los tratados internacionales para el uso de frecuencias radio-eléctricas.

Como colofón de este reencuentro con los habituales fieles seguidores, sigo con mi predicamento. Basta de  que en el país cualquiera hace radio, o crea que lo hace. Los medios que se precian de serios, que los hay por suerte, deben producir artísticamente y comercialmente sus productos al menos en un 90% de su programación. Basta de vender espacios a tontas y locas a cualquier irresponsable, que porque paga y sustenta a la emisora, haga del mensaje que parte del micrófono, un arma letal.
En este aspecto, también el ciudadano argentino esta extremadamente desprotegido.

La radio debe ser nuevamente entretenimiento, espectáculo, imaginación e información

EN LOS COMIENZOS DEL SIGLO XXI, SE HA TRANSFORMADO EN UN MERO “DIARIO ORAL”