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os
razones hacen que desde este modesto blog, haya permanecido alejado del
teclado. Una, quizá la principal, es el no sentir ya a los medios con la pasión
que me acompañara en la vida, básicamente la
radiotelefonía.
Esta,
como también la televisión han sido depredadas impunemente por personajes
siniestros que han ingresado a ella, más como un negocio, que el cumplir con la
vocación de radiodifusor, que como la de un locutor, el operador o un
periodista, se vuelcan al medio por pura y absoluta pasión y vocación que se mama
desde niños.
Otra,
es la extrema politización a que se ha llegado. Esto ha permitido que se
utilizara el aire para agredir impiadosamente al enemigo político de turno, en
desmedro de la calidad de los productos que insólitamente cautivan audiencias.
Toda similitud con los tradicionales programas partidarios de Boca o River, es
la semejanza más clara que en estos tiempos, han cooptado a las distintas
emisoras.
Además,
este experimentado oyente de lo que fuera la “verdadera radio” ya no soporta que
el dial, sobre saturado, se convirtiera en verdadero villorio de emisoras que
aparecen vaya uno a saber de donde y desde donde. Solo se han incrustado en las
bandas para molestar al oyente, que de memoria sabíamos como se conformaba el
dial, tomando como referencia la emisora
que aparecía al encender el receptor.
Hoy
alejado de leyes, transferencias de titularidades, me he rendido por impotencia
y una gran dosis de aversión, al percibir que cualquiera” dice” que hace radio.
No importan su voz-arma fundamental de todo quien ejecuta un mensaje en el medio-
ni el nivel intelectual y mucho menos el respeto hacia quien está del otro lado
del micrófono. Alguna vez en este espacio expuse que “El micrófono mal utilizado es un arma letal” y hoy, este apotegma cobra
una lamentable vigencia. Así como en la cotidianeidad de nuestras vidas,
percibimos en todo orden, un marcado abandono de quienes deberían cuidarnos,
eso mismo se percibe a través de ese mágico aparato, que cuando niños nos
intrigaba ¡¡¡Donde estaba el señor que
hablaba!!!
Pero
algo positivo estoy descubriendo en los últimos tiempos. Las verdaderas RADIO
EMISORAS, muestran su legitimidad a través de la incorporación de algo clásico,
elemental y necesario para el ingenuo oyente, que por ignorancia, costumbre o
desinterés, desconocen cuales son las realmente legales y las otras. Nuevamente
las tradicionales emisoras, han vuelto a incorporar en sus institucionales, el
sello distintivo de garantía de legitimidad, la “SIGLA IDENTIFICATORIA”. Ya resultaba un verdadero absurdo que estas
solo se igualaran en la gran ensalada, solo por su frecuencia, tal como las que
se instalaran por esas cosas inentendibles que se gestaran desde la década del ’90,
agudizándose aún más, desde la mentada y frustrada “ley de medios” que ampliara
el descalabro total del sistema de radiodifusión en el país.
Y aquí
recalo nuevamente en mi abandono y desgano en el tema. Quizá existan algunas
nuevas radioemisoras que estén debidamente legalizadas y este oyente lo
desconozca. Sería importante entonces que también esgriman con orgullo las
siglas asignadas o bien que el Estado Nacional, a través del organismo
correspondiente, les estipule aquella que le corresponde, según los tratados
internacionales para el uso de frecuencias radio-eléctricas.
Como
colofón de este reencuentro con los habituales fieles seguidores, sigo con mi
predicamento. Basta de que en el país
cualquiera hace radio, o crea que lo hace. Los medios que se precian de serios,
que los hay por suerte, deben producir artísticamente y comercialmente sus
productos al menos en un 90% de su programación. Basta de vender espacios a
tontas y locas a cualquier irresponsable, que porque paga y sustenta a la
emisora, haga del mensaje que parte del micrófono, un arma letal.
En este aspecto, también el ciudadano
argentino esta extremadamente desprotegido.
La radio debe ser nuevamente entretenimiento, espectáculo,
imaginación e información
EN LOS COMIENZOS DEL SIGLO XXI, SE HA TRANSFORMADO EN
UN MERO “DIARIO ORAL”