Lejos de pretender ser mojigatos, es de singular importancia que un medio, y por ende, quienes lo utilizan para ejercer sus profesiones, respeten la familiaridad de quienes, le permiten el ingreso a su intimidad.
La ley 26522, que ahora encuadra a los medios de comunicación, es muy clara en este aspecto. Existe un horario de protección, que no necesariamente es a los menores, sino a aquellas personas, que por pudor, cultura o costumbres, no desean tamañas agresiones verbales.
Existen muchos seres, que padecen la agresión verbal y psicológica en el seno de su familia, en sus grupos de trabajo y para nada, desean que también a través de la radio, se las castigue con tanta impunidad de grosera verborragia.
Ahora, aquellos que profieran palabras soeces y permitan que terceros lo hagan, serán pasibles de sanciones económicas, que, como es de esperar, no sean canjeables con publicidad oficial, como ocurriera, con el fatídico, anacrónico y perimido Comfer.
Se ha observado desde hoy, que aquellos bufones del periodismo y la conducción, han morigerado sus expresiones, extremadamente hirientes para los desprevenidos escuchas, hartos de golpes bajos.
Sigamos apostando al cambio, era necesario. Quienes no se molesten por esta agresividad, tendrán derecho a ser participes de la irreverencia admitida, después de las 10 de la noche.
Yo el oyente, fiel a su estilo, así como en este caso destaca lo positivo, también se ubicará en el lugar que corresponda, cuando alguien se aleje de la LEY, y quienes deban hacerla cumplir, hagan caso omiso a lo redactado.
El logro de esta Ley, le ha costado mucho al pueblo Argentino.