miércoles, 24 de noviembre de 2010

¿Sabes una cosa? Cada día cantas mejor

A 46 años de la noche triste

Decada del `60, el tango comienza a perder el predicamento que ostentara en los 40 y 50 del siglo pasado, para dar paso a otras culturas musicales. Pero, cosa curiosa, en plana decadencia de la musica ciudadana, irrumpe un fiel exponente de este genero del Rio de la Plata. Valorado por los jóvenes, que a través de el, comenzaron a entender el tango y la milonga. Su estampa, su estilo varonil y su decir contundente, lo ubucarion en el podio de sus favoritos. Julio Sosa, el pibe de Las Piedras de la R. O. del Uruguay, era uno mas de esos jóvenes de la nueva ola.
Así como lo menciono en otras paginas, fue en la década del ’60 cuando el tango resigna el liderazgo y es el folclore con la irrupción de nuevos conjuntos(Los Huanca Hua, Los Fronterizos, Mercedes Sosa y mas, al extremo que un tema de este genero se transformara en el hit del momento, Angélica, de Roberto Cambaré. Fue la expansión de las discográficas en el país, que con artistas jóvenes y nuevas expresiones musicales como Sandro, El Club del Clan, The Beatles, Tom Jones, Los Wawanco, etc. coparon las programaciones, para priorizar una nueva tendencia, dado que resultaba mas comercial que el ya entumecido tango, apenas sostenido por Julio Sosa, Enrique Dumas o el Quinteto Real. No obstante, recuerdo que algunas radios como Porteña, Libertad, Argentina y Del Pueblo nunca renunciaron a la difusión del 2X4, si bien debían necesariamente mecharlas con los ritmos del momento. En los años ’70 y mas aún en los ‘80, con la perseverancia de Godoy, Larrea, Del Priore, Carrizo, Bocacci, Soldan, Serranito y muchos mas, lentamente nuestra música ciudadana vuelve a encumbrarse, y entiendo que sucedió algo que estaba muy lejos de imaginar el mas apasionado tanguero. Aquellos jóvenes nueva-oleros, pasada la moda y los años, y con el aporte del “varón del tango” entendimos el sentido que habían valorado nuestros mayores de nuestra música por excelencia. Ahí, muchos como en mi caso, le pusimos la oreja a esas hermosas poesías de Catulo, Manzi, Homero Expósito, y tantos que permitieran el lucimiento de Pugliese, Troilo, D’Arienzo, Basso, Fiorentino, etc. Pero seguramente, muchos hemos sido prendados por la más cabal inspiración de Enrique Santos Discepolo, “Cambalache”, que en la voz y decir del varon del tango, tomaron tanta vigencia que nos creemos que el flaco Discepolín, lo terminó de escribir apenas “en el día de ayer”.                   
LA  NOCHE DE LA TRISTE DESPEDIDA

-JULIO SOSA-
Estaba en la cúspide de su carrera, admirado y aplaudido no sólo por los ilustrados tangueros, sino por todos los que supieron disfrutarlo. Por  estilo, juventud y pinta, se había metido en la piel de aquellos jóvenes “nueva oleros” que nada querían saber con las historias de la música ciudadana tradicional. Este apuesto varón oriental, oriundo de la localidad de Las Piedras, un pueblo de la otra margen del “río color de león” -como lo bautizara Leopoldo Lugones-, llegó a Buenos Aires con toda la fuerza y talento, como para ser ganador. Y lo fue, aún con el “CHANGÜÍ” de haberse bajado antes de este mundo, que  vivió vertiginosamente, como lo viven los grandes. Y así también, como un grande, este varón llamado Julio Sosa, una madrugada, decidió dejar el estaño, las minas y el tango (ese tango que él había reconquistando para imponerlo entre aquella juventud divorciada de los clásicos del ´40).  Pero como le pasa a  los diferentes, el tango jamás lo dejará, porque donde exista una vitrola y una radio, allí siempre estará su voz. Porque Julio Sosa ha sido por siempre el “diferente” de una nueva generación tanguera.
Al momento de su temprana muerte, y a pesar de su juventud -apenas 36 años-, ya había conocido los placeres del éxito, con una  carrera en pleno ascenso. Artista exclusivo del sello discográfico CBS-Columbia, fue en esos años, uno de los más vendedores de placas. Además de sus presentaciones en distintos centros bailables, radios y cabarets del país, su éxito se vio notoriamente reforzado por sus presentaciones en vivo, ante las cámaras de televisión (Río de la Plata Televisión Canal 13) y los micrófonos de LR4-Radio Splendid, emisora de la que fuera exclusivo. La última gran actuación de este virtuoso, fue el lunes 23 de noviembre de 1964, en los estudios de esa casa, Uruguay 1237, en el ciclo “Estaño Tanguero”, que se emitía los Lunes y Jueves  a las 20,35 horas, con la sublime conducción de Benjamín Benito, la locución de Olguita Mhur y el auspicio comercial del aperitivo Amargo Obrero.

En dicha actuación, y como una premonición del destino, las estrofas finales, del que sería el último tango de su vida, rezaban:

“... pa´ que no me falten flores
Cuando esté dentro el cajón.”

JULIO SOSA

  El Varón del Tango, a cuatro décadas de su muerte, sigue siendo uno de los mimados de quienes, desde muy jóvenes, lo elevamos como el nuevo gran exponente de la música rioplatense. El paso del tiempo hizo que toda su obra artística se mantuviera indemne, como fiel expresión de un verdadero mito, que supo aglutinar a miles de jóvenes que hasta su aparición, jamás habíamos comulgado con la cultura del tango.

En las páginas precedentes, al mencionar a este artista, destaco su paso por la Radiotelefonía Argentina a través de ciclos de singular éxito. 
A continuación, transcribo el texto del guión de la presentación y el cierre realizados por Benjamín Benito, del que fuera el último programa radial en la vida de Julio Sosa en LR4 RADIO SPLENDID:

Presentación;
acordes de la orquesta

B.B.: En las noches estelares de Amargo Obrero, estamos junto al Estaño Tanguero, con  JULIO SOSA  y LEOPOLDO FEDERICO.
aplausos de sala
B.B.: “El tiempo, patrón que no tolera ni perdona, dejó un borrón en la vida. El tiempo hecho cenizas sobre el fuego encendido de aquel amor, y las llamas alegres dejaban olvidadas su danza juguetona y feliz, en un montón de brazas. Con sus rostros del recuerdo, se miran en la noche, al rumbo del corazón. Llamas que jamás han de apagarse, porque las mantienen vivas lo que fue y ya no será. Recuerdo de aquella dicha pasada que hoy evoca Julio Sosa, junto al Estaño Tanguero.”
Aplausos de sala
Irrumpe la orquesta del maestro LEOPOLDO FEDERICO
y canta JULIO SOSA

Cierre del programa
aplausos de sala

B.B.: “Volvió a lucir Julio Sosa, su clase de gran intérprete, en el final de esta velada de compás y versos porteños, junto al “Estaño Tanguero”. Con Julio Sosa, el “varón del tango”, Leopoldo Federico y Amargo Obrero.

Rincón ciudadano, donde volveremos a estar el Jueves próximo, en la despedida de Julio Sosa, a las 20,35.
Benjamín Benito, que tuvo el gusto de presentar para ustedes, este programa, les agradece muy cordialmente la atención dispensada. 
Me acompañaron Olga Mhur, Miguel Ángel Roffo y Ricardo Marino”.
Gong de la emisora

La cita que no pudo ser...
Julio Sosa se accidentó en la madrugada del martes 24 de noviembre de 1964, al impactar su automóvil DKW CUPÉ, con una baliza de hormigón,  de las que por esos tiempos increíblemente existían en el centro de las principales avenidas de la Ciudad de Buenos Aires. El hecho ocurrió en la intersección de la Av. Pte. Figueroa Alcorta y Mcal. Castilla, frente al Palacio Larrivière, en las puertas de uno de los barrios más coquetos de Buenos Aires, Palermo Chico-hoy Barrio Parque-. Después de permanecer 48 horas en estado de coma, falleció el 26 de noviembre.

JULIO SOSA, yo el oyente y miles de tus admiradores, jamás te olvidaremos. Porque fuiste el fiel exponente del macho de mi generación, porque fuiste el que me enseñó a gustar del tango, y porque tu voz le dio vida a las poesías de los grandes autorews de nuestra música ciudadana. Gracias por haber existido, de haber tenido mas recorrido tu vida, hoy serás el segundo GARDEL. Siempre estas en cada rincón del Plata, siempre suena tu voz inconfundible, y te escucho y cada día tengo la sensación que cantas mejor.