Uno de los temas que mas preocupa en el ámbito de la radiotelefonía nacional, es la desprotección a la que están expuestos quienes, desde la ignorancia en la materia, se entregan a que radios intrusas ingresen en su sana intimidad. Si bien tenemos el don de poder discernir, de elegir aquello que queremos escuchar, no siempre la audiencia sabe distinguir y se entrega a ciertos mensajes de tristes personajes que por el solo hecho de adquirir un espacio en las mismas, se apropian de las mentes de desprevenidos inocentes. En la aún no definida nueva ley de radiodifusión con la que hace campaña el gobierno, se anticipa que en los medios todos puedan hablar, todos puedan expresarse, cosa que me parece bien, pero ¿como y quienes podrán hacerlo? Un medio de comunicación, como lo vengo expresando en entregas anteriores, es un elemento que mal utilizado, puede ser inexorable. Y esto, no es en absoluto un descubrimiento personal, hasta el más inexperto puede comprobarlo. Tomaré como ejemplo las hoy tan populares audiciones partidarias de clubes de fútbol, realizadas por hinchas que entre otras cosas, agreden al rival, incitan al agravio de propios y extraños y fomentan la violencia. Ni hablar de la terminología empleada, del mal uso del idioma y de la carente falta de respeto hacia quienes resultan depositarios de sus mensajes. Lo mismo ocurre en tiempos de campañas políticas, donde todos hablan pero, ¿como hablan y que dicen? Agresión, calumnias, improperios, falacias etc. Si bien estos son solo ejemplos entre otros tantos, no escapa a la realidad que estas pretendidas radios no cumplen con un sinfín de preceptos elementales que cualquier ley democrática debe imponer. Así como resulta irregular la venta callejera de vendedores ambulantes de vituallas, frente a comercios instalados regularmente en centros comerciales, lo son estas usurpadoras del aire para quienes poseen frecuencias debidamente otorgadas. Aunque en honor a la verdad, en esta situación anárquica imperante en materia de radiodifusión en el país, y donde las emisoras oficiales pasan de mano en mano, aun a espaldas de quienes deben velar por su orden y cumplimientos legales, y que grupos monopólicos posean en una misma ciudad hasta cinco frecuencias, ya nada puede sorprendernos.
En algunos medios gráficos-Clarín 22/05/09 pag. 17- la CEMCI(Comisión Empresaria de Medios de Comunicación Independientes) a través de una solicitada en algunos de sus puntos expresa:
La TV gratuita esta presente en la mayoría de los hogares argentinos.
En algunos medios gráficos-Clarín 22/05/09 pag. 17- la CEMCI(Comisión Empresaria de Medios de Comunicación Independientes) a través de una solicitada en algunos de sus puntos expresa:
La TV gratuita esta presente en la mayoría de los hogares argentinos.
Si nos atenemos al texto debo decir, correcto. Pero quiero poner como ejemplo la ciudad de Mar del Plata, donde también hay hogares argentinos, existen dos canales locales de aire más la señal de la Televisión Publica. Los canales locales lo único que poseen de tales es la publicidad. La programación de ambos es íntegramente originada desde los canales Telefe y Canal 13, a excepción de parte de los fines de semana, en que ambos incluyen algunas producciones locales, propias del más austero canal de cable pueblerino. Cuando el canal 13 de Buenos Aires, que retransmite íntegramente su programación en canal 10 de esta ciudad, pone en el aire un partido de futbol, el canal local emite una vetusta película. Aquí no esta presente la TV gratuita. Además ¿los medios de comunicación regionales no fueron concebidos para generar trabajo local, exaltar las culturas, la idiosincrasia de sus pueblos y las actividades de las mismas? En el ejemplo planteado no es así.
En el medio que me ocupa la radio, la entidad empresaria aludida dice:
Solo en Capital Federal y Gran Buenos Aires hay más estaciones de radio legales que en la misma ciudad de Nueva York, 285vs.165 (sic).
En el medio que me ocupa la radio, la entidad empresaria aludida dice:
Solo en Capital Federal y Gran Buenos Aires hay más estaciones de radio legales que en la misma ciudad de Nueva York, 285vs.165 (sic).
Me pregunto ¿podrán las autoridades de la CEMCI en otra solicitada, detallar individualmente las frecuencias, potencias de equipos transmisores, siglas otorgadas, ubicación física de los equipos, domicilios legales constituidos, titularidad, referencias personales de los permisionarios, fechas de otorgamiento de las licencias, decretos de otorgamiento, vigencia de las mismas, programación, cumplimiento de pagos de IVA, PREVISIONALES, COMFER, SEGUROS, etc. y todo cuanto exige la ley de Radiodifusión Nº 22285? ¿Se podrán exponer la totalidad de estas 285 emisoras al testeo del RADIOGONIÓMETRO*, a exhibir los planos técnicos de estudios y plantas transmisoras, las habilitaciones municipales, etc.? De poder cumplir con estas premisas básicas, seguramente ya se desterrarán definitivamente del vocabulario popular las osadas palabras “truchas y/o ilegales” que hoy tanto molestan a muchos.
Bienvenidas sean nuevas radioemisoras, como medios de comunicación masiva, de expresión, servicio, cultura y generadoras de puestos de trabajo. Pero que estas sean reglamentadas, y que todos por igual tengan las mismas posibilidades de acceder a su explotación, con reglas claras, y a través de llamado a concurso público serio y democrático, tal como lo dictan las leyes, para brindar una prestación competitiva leal, digna y eficiente.
Con respecto a la comparación en cifras con la ciudad estadounidense que propone la CEMCI, esto me parece irreverente y un solapado menosprecio al común de la gente. En Nueva York y en otras de cualquier país, aún latinoamericanos, se cumplen las leyes, y a nadie se le ocurriría usurpar una frecuencia estatal instalando una pretendida radio en un garaje, en el galpón del fondo lindero al gallinero de una vivienda suburbana, o con mucha suerte en un monoambiente. Tampoco en un país serio, un funcionario quien se obliga a la responsabilidad de regir los destinos del espectro radioeléctrico, como varios periodistas y locutores, reconocerán que fueron o son titulares de una radio ilegal.
Considero que no ha sido feliz esta solicitada, sobre algo tan evidente y que solo quieren disimular intereses ilegítimos.
No siempre son buenas las comparaciones, a veces resultan groseras y en este caso ha sido totalmente equivocada.
Si de comparaciones numerarias se trata, hagamos historia. En nuestro país, en 1888 cuando muere Domingo F. Sarmiento, quien tanto luchara en vida por la educación y la cultura, impulsando la creación de escuelas, dejó como legado 240 escuelas públicas vs. 6.000 prostíbulos privados.
Bienvenidas sean nuevas radioemisoras, como medios de comunicación masiva, de expresión, servicio, cultura y generadoras de puestos de trabajo. Pero que estas sean reglamentadas, y que todos por igual tengan las mismas posibilidades de acceder a su explotación, con reglas claras, y a través de llamado a concurso público serio y democrático, tal como lo dictan las leyes, para brindar una prestación competitiva leal, digna y eficiente.
Con respecto a la comparación en cifras con la ciudad estadounidense que propone la CEMCI, esto me parece irreverente y un solapado menosprecio al común de la gente. En Nueva York y en otras de cualquier país, aún latinoamericanos, se cumplen las leyes, y a nadie se le ocurriría usurpar una frecuencia estatal instalando una pretendida radio en un garaje, en el galpón del fondo lindero al gallinero de una vivienda suburbana, o con mucha suerte en un monoambiente. Tampoco en un país serio, un funcionario quien se obliga a la responsabilidad de regir los destinos del espectro radioeléctrico, como varios periodistas y locutores, reconocerán que fueron o son titulares de una radio ilegal.
Considero que no ha sido feliz esta solicitada, sobre algo tan evidente y que solo quieren disimular intereses ilegítimos.
No siempre son buenas las comparaciones, a veces resultan groseras y en este caso ha sido totalmente equivocada.
Si de comparaciones numerarias se trata, hagamos historia. En nuestro país, en 1888 cuando muere Domingo F. Sarmiento, quien tanto luchara en vida por la educación y la cultura, impulsando la creación de escuelas, dejó como legado 240 escuelas públicas vs. 6.000 prostíbulos privados.
*Instrumento que se utiliza en radiogoniometría, para precisar la exacta ubicación de una planta transmisora. Elemento utilizado por la C.N.C. (Comisión Nacional de Comunicaciones, organismo gubernamental) para determinar emisoras clandestinas.