En mas de una oportunidad, he expresado mi permanente admiración, hacia un hombre que significó la bisagra necesaria, que imponía un gran cambio en la por entonces, acartonada radiotelefonía argentina.
Si bien la radio era hasta entonces el gran espectáculo del aire, el avance de un medio competitivo, como la televisión, ameritaba ese cambio de 180 grados que los eruditos gerentes de programación de mitad de siglo, no se permitían.
Sabemos que nuestra radiofonía era el gran espectáculo de la noche, y entretenidas tertulias desde la hora del te, en que las damas, ávidas de la imaginación propia del medio, se involucraban en sus fantasías, de las tramas de los inolvidables radioteatros.
La radio, era comercial desde el mediodía en adelante, quedando casi por obligación, la cobertura del segmento de la mañana. La gran mayoría de las emisoras, ocupaban estos espacios con programaciones musicales, y algunas, las más populares, incluían alguna tira de ribetes de conventillo.
Exprese además, en alguna nota, del amplio plantel de profesionales con que contaban la gran mayoría de las 13 emisoras porteñas. Locutores, actores, y músicos, que tenían el sello de cada una de ellas, lo que los trasformaban en exclusivos de cada marca de radio.
Pero, la apertura de la televisión, hacía que aquellas destacadas voces, cuya imagen quedaba expuesta a la subjetividad de cada oyente, fueran tomando cuerpo y forma, y los destacados eran presa de tentaciones para incursionar en ella sin dilación. Pero, existía aquello de la exclusividad. ¿Cómo hacer entonces, ante el apetecible abanico de oportunidades, que generaba el nuevo medio?
Este hombre, a quien menciono como el gran responsable de cambiar la radio del país, fue el Señor Jorge Fontana, quien ya había comenzado a demostrar, que su idea de captar la audiencia mañanera significaría el gran salto, hacia una radio dinámica y diferente. El Fontana Show, ya a mediados de los años ´50, del pasado siglo, era el entretenimiento del que adolecían quienes, fuera de sus hogares, se permitían escuchar radio. En los comercios, oficinas, en los taxis, en el lugar que el oyente deseara, aún en el campo, con esta gran inventiva, más el avance tecnológico de la radio portátil, el ciclo se consolidó para quedarse en este nuevo formato. Fontana le dio vida a la radio y a las opacas mañanas argentinas.
Crecía el ciclo, crecía el locutor y llegó el día de la gran disyuntiva. ¡¡¡Soy exclusivo de LR1 Radio El Mundo, se dijo!!! ¿Cómo hacer para pegar el gran salto?
Siendo integrante del elenco “indisoluble” de la emisora de Maipú 555, fue convocado para la locución comercial de Odol Pregunta, por el aún embrionario LR3-Canal 7, propiedad de Don Jaime Yankelevich. Pero, este ciclo se emitía en duplex por LR3 Radio Belgrano, lo que complicaba su participación en otra emisora, que además era una de las dos grandes competencias. Ante dicha situación, planteó la realidad por entonces inédita, al director de radio El Mundo, recibiendo de éste, una contundente negativa y librándolo a su “decisión personal”.
Ante el desasosiego lógico del ascendente locutor- animador, se lo comentó a otra de las figuras rutilantes de la casa, el experimentado Iván Casadó, quien invitándolo a saborear un café, le dijo: “Pibe acepte, total pronto trabajará en donde usted quiera”. Y así fue, sus excelentes condiciones profesionales, avalaban aquellas palabras sabias del viejo animador.
Sin dilación, tomó aquella “decisión personal” sugerida por su superior. Así, con esa seguridad propia de su estilo indeleble, se fue raudo hasta Ayacucho y Posadas, y el 4 de abril de 1956, el programa mas visto de la televisión argentina, conducido entonces por Don Carlos D`Agostino, amplia su prestigio y calidad, ante el firme gorjeo de ese joven, que en el parlante del país, imponía definitivamente su impronta, ¡¡¡ODOL PREGUNTA!!!
Y tal como se lo vaticinara el viejo maestro, en un tiempo inmediato volvió a Radio El Mundo, locutaba en Belgrano y por si fuera poco, también se transforma en estrella de la otra competidora del momento. En LR4 Radio Splendid, impone su voz comercial que amenizaba cada almuerzo dominguero de cada pueblo, nada menos que como el locutor de “La Revista Dislocada ” invitando al disfrute del coñac Tres Plumas.
Después todo lo conocido. En el gran despegue en 1959, de LS5 Radio Rivadavia, ya Fontana era una marca definitivamente registrada y sinónimo de la hoy perdida calidad de la emisora de la calle Arenales.
En este aniversario de aquella feliz decisión, yo el oyente, como tantos, le estaremos por siempre agradecidos por todo cuanto aportó con su voz, su inventiva y talento, para disfrutar de todo cuanto nos dio como gran espectáculo del aire.
Resulta impropio conjugar en pasado, porque hoy a 55 años de aquella feliz decisión, JORGE FONTANA vive, y quienes aprendimos tanto de el, estamos aún a la espera de su vuelta, con un nuevo golpe de timón para cambiar esta hastía radio que hoy debemos padecer.