jueves, 14 de abril de 2011

¡¡¡harto ya de estar harto!!!

Aquellos que aun no hemos entrado de lleno en la era digital doméstica, y todavía mantenemos en nuestros receptores el viejo dial giratorio, seguramente este será presa de su inminente rotura, producto del desgaste en su alocado girar al que lo sometemos. Es realmente imposible en estos tiempos, quedarse en una radio y hacerse de una programación que llegue a la captación de una audiencia cautiva y estable, donde el oyente, como en otras épocas “clavaba la sintonía”, en la emisora afín a su personalidad y gustos .

Hoy, en todas las frecuencias, aún aquellas flojas de papeles, existen personeros de la palabra, que sin pausa hacen gala del blablabla, de una manera seriamente preocupante y atentatoria para con la placidez de escuchar radio. La cosa pasa por hablar y hablar, todos los mismos temas, a la misma hora y con los mismos interpretes.

Ayer, hacia mención a manera de homenaje y ejemplo al histrionismo de Delfor, y a la ausencia de programas espectáculo, y de solaz esparcimiento, para quienes queremos paz, solo eso, la paz que históricamente nos diera este medio maravilloso, que con solo trece señales en el área metropolitana, cubría el gran espectro de variedad de gustos. Lo mismo ocurría con las radios del interior.
¿Es tan difícil lograr que algún director artístico, sacuda el tablero de la mediocridad y cumpla con el verdadero rol de la radio? ¿Qué significa esto de “primera y segunda mañana”, “la vuelta, de regreso”, y cuanto cliché equivalente se pueda imaginar?
Y lo curioso de todo esto, es que los burdos hacedores de las replicas sonoras de cada día, perciben pagas jugosas y suculentas, cuando a sabiendas, somos concientes que con muy poco costo, se pueden generar excelentes ciclos, que romperían este molde deslucido y tedioso.

Otra de las absurdas costumbres que se hicieron carne de cañón hacia el indefenso oyente, es lo que como gran suceso, denominan “el pase”. Algo que hace más de una década descubriera por casualidad LRL 202, Radio Diez.
Como oyente y como individuo, siento vergüenza ajena, ante el triste papel que cumple el Doctor Nelson Castro, un señor, en el mentado pase, con el personaje más irreverente y agresivo para con el oyente, que gestara la historia de la radio, Samuel Gelblung.
Es una suerte, que este desatinado modelo, haya quedado en el olvido en LS4 Radio Continental, donde además de suponer los porque, ya resultaba desagradable el monologo del relator uruguayo, contando sus cuitas culturales de cada noche.
Quienes son fieles seguidores de este blog, y quienes accedan a el por primera vez, apreciarán que en la portada revelo una frase acuñada por José Ingenieros, referida a la moda “"La moda es el sistema que siguen los que carecen de ideas propias”


Esta impronta como slogan del blog, no surge por casualidad, es que este modelo de radio ya es una constante desde hace más de dos décadas, y da toda la sensación que tiende a seguir, mas  en un año electoral, donde cada conductor tiene su corazón flechado.
Otro de los vicios perversos en que todos incurren, es el cumplir a rajatabla con el informativo, al sonar del top de la hora. Todos, sin excepción, cualquiera sea el entrevistado y aún en lo mejor de un interesante diálogo, los pseudos conductores, como apuntados por un arma, cortan abruptamente la nota, para dar paso a las noticias. ¡¡¡Absurdo, ridículo!!!! Y total falta de respeto al entrevistado y sobremanera al oyente, quien queda colgado del pincel.

El entrevistador, muestra su capacidad profesional, cuando logra transmitirle al entrevistado, aquello que esta esperando pregunte, el receptor de esa nota, el escucha, “regla básica en cualquier manual de periodismo” ¡¡¡ Pero, no!!! El top es implacable, diría dictatorial, como si se debiera entrar repentinamente en cadena nacional.
Pero lo mas absurdo aún, es que tanta premura, nos lleva a través del puntual informativo, a escuchar resumido, todo cuanto expresaran anteriormente todos los entrevistados.  

Otra moda de moda, es el informe de transito. Todas las radios tienen un destacado en el centro de control de transito, que en breves flasch, repiten aquello que expresaran anteriormente. Hay más, de esta absurda y loca modalidad de hacer radio en la Argentina. ¡¡¡¡Los movileros!!!! Que nunca saben donde están parados. Confunden barrios, calles y acercan el micrófono al charlatan de turno, y preguntan sin criterio alguno. Después en el siempre puntual informativo, resumen todo lo dicho, pero a los gritos y a una velocidad propia del mejor emulo de Luís Elías Sojit.

¿Por qué tanto vicio corporativo enquistado? ¿Es que no existe un responsable de programación diferente para ofrecer otros formatos, otras propuestas? La respuesta es simple, hoy los titulares de las licencias, saben de radio, lo que aquellos viejos radiodifusores, podrían conocer de fabricar vagones, y muchos, atados a compromisos partidarios, deben priorizar por sobre el servicio, las pautas que a manera de línea les bajan sus superiores y/o anunciantes oficiales.

Se pueden lograr buenos productos radiales, cuando los intérpretes son verdaderos profesionales, dotados de una cuota de vocación y el necesario histrionismo para expresar ante el micrófono, aquello que surge de su creatividad nata.
Fanático y fiel a la historia, me atrevo a asegurar que un buen locutor de cuna, sin el necesario acartonamiento de los mentirosos claustros, y un operador circunstanciado del envío, bien pueden lograr excelentes productos.
Allá por los años `60 y´70, por tomar algún ejemplo sobre tantos, con un micrófono y una bandeja giradiscos, Rina Morán y Hayde Lavalle hacían en LR1 Radio El Mundo “El diablo Calvo”, un ciclo dinámico con humor, música y las condiciones profesionales de sus conductoras, en LS10 Radio Libertad, un dúo excelente, Jorge Vacari y Anselmo Marini con las Ventajitas de Radio Libertad, un programa con chispa y talento, Grandes Valores del Tango, Guia Musical, La Kermes Musical, y ni hablar del los despertares de LR3 Radio Belgrano, “Levántese Cantando” con el inigualable Carlos Gines, ya no solo con un micrófono y una bandeja, sino con algo mas sofisticado en tecnología, un reloj despertador, una campanilla y una corneta de cartón. Fue por años lo más escuchado en radio.

Como oyente, que nació con la radio como sonajero, me pregunto ¿Seré yo el equivocado?
¿Ha cambiado tanto la cultura de los argentinos y me quedé en el tiempo?
Pero así como me pregunto, me auto contesto. ¡¡¡No, no te equivocas flaco!!! Ha cambiado la cultura de saber hacer radio, ha involucionado a su extrema potencia. Los medios que deben ser ejemplo de respeto,  enseñanza, cultura,  espectáculo,  creatividad,  contención,  entretenimiento y esparcimiento, hoy son todo lo contrario. Se hacen programas basura, con un mal uso del idioma, con cuanto improperio viene a la mente de los apócrifos conductores, se bastardea el vocabulario, se grita, hablan todos juntos y cuanto horror pueda el lector indiferente desee imaginar.

Tan equivocado no estoy, no en vano por mas de dos décadas, y en un horario inapropiado,la media noche, el ciclo mas escuchado es el de Alejandro Dolina. Quien con talento, chispa, inteligencia, cultura y por sobre todo respeto al oyente, mas un micrófono y un órgano, se mantiene imbatible ante cualquier contrincante, de los tantos que dejó en el camino con el correr de los años.

Hoy, así como cuando niño jugaba a la radio frente a una latita de conservas Cirio, como me gustaría por un solo día, no mas, concebir una programación tal, como la están soñando muchos indefensos e impotentes oyentes del país.

Es cuestión de entender el porque dos mas dos es cuatro. La sociedad esta harta ya de estar harta, y quiere iniciar su día bien, con humor, con buena onda y no con una andanada de dislates y personajes siniestros, que vio casi obligadamente la noche anterior por televisión.

Los micrófonos están, la tecnología también, y lo mas importante, los profesionales en las mas diversas facetas del espectáculo radial también están. Solo falta abrir el camino y que algún atinado radiodifusor, se apreste a dar el gran salto. Seguro que saldrá ileso, porque  allí estarán los oyentes, ávidos de algo diferente.
Y si están los oyentes, también estarán esas  pautas que tanto le quitan el sueño a quienes han tomado a la radio como un negocio, mas allá de un servicio.