Hace ya un tiempo, cuando apreciaba el entusiasmo de ilusionados radiodifusores, poseedores de solo una consola, un transmisor y la antena pertinente, que aspiraban a transformarse en émulos de los verdaderos conocedores del medio, vaticiné que esto no llegaría a buen puerto.
Amparados por la fiebre de la ya olvidada de ley de medios, muchos creyeron que abruptamente todo seria distinto y el aire sería un vergel, donde florecerían las más impensadas posibilidades de expresarse a través de medios, que el estado habilitaría con la misma celeridad con que con el apoyo de incautos, logrará la famosa legislación.
Nada ha cambiado, por el contrario. Los tan mentados monopolios siguen ostentando ese rol, y se han agregado otros, casi como negando la realidad de aquello que tanto se discutió.
Quien busque en algunas de las referidas notas en este mismo blog, encontrará exactamente estas apreciaciones a manera de vaticinio poco feliz, esbozadas ante el desenfrenado auge de émulos de los locos de la azotea.
Es de sospechar que hasta los impulsores de esta nueva ley, no imaginaron. El propiciar un ambicioso plan de que cualquiera y donde quisiera, podría hacerse de una frecuencia, no hizo más que alentar la irrupción de infinidad de señales, que serán imposible de habilitar como corresponde. Seguirán siendo truchas, pero ahora, con el engaño, las tradicionales ilegales, se quintuplicaron, golpeando en la ilusión y el desembolso de dineros que nunca se podrán recuperar.
Según informes periodísticos, el mismo titular de la AFSCA , se alarmó ante la extremada cantidad de señales que han invadido el espectro radioeléctrico en todo el país. Estos informes, hablan que según el censo realizado, con buen criterio, por la autoridad de aplicación, las señales sonoras rondarían las 15.000.
Cantidad extremadamente exagerada por cierto. Y donde muchos incautos que confiaron plenamente en la apertura propuesta, seguramente habrán apostado con gran sacrificio económico en un ideal que no tendrá el final soñado.
Quienes desde cualquier lugar del país, accedan a esta rápida reflexión, seguramente observaran con desazón, que nada ha cambiado, por el contrario, todo sigue igual.
A excepción de algunos retoques de maquillaje, observamos que poco y nada se ha concretado en algo que en algún momento, se pensó cambiaría radicalmente.
Seguramente, no es este el momento político para que se cierren emisoras, habrá que esperar al próximo año, donde seguramente alguien tomará en serio esta triste realidad, aunque no resultará fácil, sino solo por decantación y abandono, desmantelar el gran desmadre imperante.