Nunca más propicio este feliz retorno a la radio de una profesional con mayúsculas, que por esas cosas de la vida, nos privó de su arte como locutora y periodista. Propicio porque en este Febrero de 2009, aún con la tibieza del verano, y el aroma propio de los azahares que en los amaneceres emanan de cada flor, resulta reconfortante al alma y al espíritu de cada ser, y porque en esta escenografía de cada rincón del país, con un aire fresco propio de las mañanas preotoñales, los argentinos volveremos a disfrutar de quien injustamente, en la plenitud de su carrera debiera abandonar los micrófonos y las cámaras de los medios de comunicación. En este Febrero, vuelve a lucir su gala de excelente comunicadora social, la señora LILIANA LÓPEZ FORESI. Si bien el destino así lo quiso, ocupará el lugar que debiera abandonar inmerecidamente el Doctor Nelson Castro, en Radio del Plata. Situaciones políticas aparte, el regreso de tan importante figura significa la ilusión de credibilidad, seriedad, talento y sobriedad. No dudo en absoluto de que en muy poco tiempo será quien acapare la mayor audiencia en la franja horaria de la primera mañana de la ex radio de Tinelli. En lo personal, me queda la esperanza de que, así como en cada mañana emerge de los jardines ese nuevo bálsamo de frescura natural, lo mismo ocurrirá en cada receptor con este esperado retorno, a la cada día más mediocre radiotelefonía del país.
Bienvenida Señora y siga siendo la que fue, en la seguridad de que no será modificada la objetividad con que siempre ejerció su tarea.
Yo el oyente, doy fe de la injusticia a la que fue sometida esta profesional que por propias virtudes hasta la década del '90 esgrimió con total idoneidad su labor profesional. A veces, en esta sociedad la dignidad no es compatible con el derecho de trabajar libremente. En este caso quien privilegió esta virtud, vio coartada su carrera por la fantasía enfermiza de uno de los personajes políticos mas nefastos de la historia argentina. Con toda una carrera llena de galardones, Lliana López Foresi durante años debió deambular por radios de baja estirpe en procura de ejercer su profesión decorosamente.