jueves, 4 de marzo de 2010

¡¡¡Me olvidé!!! ¿Como era eso?

Con motivo de los lamentables sucesos naturales ocurridos en nuestra hermana república de Chile, he podido escuchar a través de diversos informes periodísticos, incluidas las más altas autoridades del país trasandino, que no existían medios de comunicación operables para alertar a la población costera la inminente llegada de un tsunami. Esta aseveración, me lleva a hechos de la vida cotidiana del nuevo siglo, donde invariablemente para realizar una simple operación aritmética, recurrimos a la calculadora, cuando necesitamos conocer el significado de una palabra o un sinónimo de ella, automáticamente y sin pensarlo, nos acogemos a las herramientas de la computadora.
¿Cual es la razón de esta referencia? Muy simple, la tecnología nos ha invadido y nos ha hecho olvidar de usos elementales a sortear en la vida diaria. Así, nos olvidamos de las tablas aritméticas y de todas las funciones de esta materia exacta. También el diccionario ha quedado allí, olvidado, distante en la biblioteca, aburrido junto a los viejos libros de gramática.
Aquellos que por estos tiempos recorren las cinco décadas o más de sus vidas, recordarán que en sus felices épocas de la niñez, existían precarias avionetas promocionando con alta voces la llegada de un circo al pueblo o la gran liquidación de la tienda. Además desde este pájaro a motor, saltaban como lentos paracaidistas, volantes que se esparcían por los más inhóspitos rincones del lugar, publicitando cuanto decía ese parlante alado.
Tengo la sensación que el gran avance tecnológico, nos ha hecho olvidar lo elemental para salir al frente en situaciones límites.
Si se saturan las líneas telefónicas, si no hay Internet, si se corta la energía eléctrica y otros servicios de avanzada ¿Nos aislamos en nuestra propia tierra de quienes han quedado desprotegidos? Queda claro, a lo que apunto en este breve juicio, es que cuando carecemos excepcionalmente del talento del hombre del siglo XXI, deberemos recurrir a los descubrimientos de los precursores del género humano en siglos pasados.
Esta vez fueron nuestros hermanos chilenos quienes padecieron la incomunicación, pero ante circunstancias análogas, no estaría demás siempre tener en un hangar una vieja avioneta con parlantes, porque el hombre puede perder absolutamente todo, pero nunca la inteligencia y sus sentidos naturales.