Si quiero buscar una definición de Horacio García Blanco, encontraría varias acepciones para pintar de cuerpo entero a este gordo excepcional. Desde mi rol de oyente sólo puedo decir ¡¡¡qué periodista!!! Objetivo, serio, claro y conocedor de la herramienta que esgrimía -el micrófono- y por ende respetuoso del oyente. También lo traté y mucho desde mi función de dirigente, amable, cordial, calentón y amigo, así era el gordo o el gallego que por presencia inspiraba respeto y admiración. Siempre lo recordaré, cuando algunas tardes pasaba por el club (Platense) a buscar novedades. Pero esas novedades no eran para la radio, sino para su esposa "¡¡¡Qué quiere viejo, si mi mujer es de Platense!!!!" Expresaba. Cuando apenas había recorrido 65 años de una vida con placeres y tristezas, un disgusto, producto del despojo de su sacrificio de toda una vida de trabajo y honestidad, aceleraron la enfermedad que padecía. Con ese dinero incautado por el “corralito estatal”, pensaba afrontar una intervención quirúrgica en España.
"A mi papá lo mataron el cáncer y el corralito, porque no pudo sacar la plata que tenía ahorrada para operarse en España", dijo su hija, Rocío Fernanda, a los medios. La radio (su pasión) aún le tenía espacios para que sus oyentes siguieran disfrutándolo, pero no pudo ser. Nacido el 15 de julio de 1937 en el barrio porteño de Barracas, fue un especialista en distintos deportes, pero lo suyo fue el boxeo. Sus grandes compañeros de ruta en épicas transmisiones radiales fueron Osvaldo Caffarelli, José María Muñoz, Juan Carlos Morales y Jorge Bullrich.
Al marplatense Juan Carlos Morales aún hoy -a ocho años de su partida- cuando lo recuerda se le iluminan sus ojos de emoción, al tiempo que afirma “el gordo era un tipazo”. Ambos, desde aquel año 1973 en que Morales llegó a Rivadavia, gestaron no sólo una excelente dupla profesional, sino una amistad que sería incólume hasta el 20 de Mayo de 2002, cuando el gordo falleció.
"A mi papá lo mataron el cáncer y el corralito, porque no pudo sacar la plata que tenía ahorrada para operarse en España", dijo su hija, Rocío Fernanda, a los medios. La radio (su pasión) aún le tenía espacios para que sus oyentes siguieran disfrutándolo, pero no pudo ser. Nacido el 15 de julio de 1937 en el barrio porteño de Barracas, fue un especialista en distintos deportes, pero lo suyo fue el boxeo. Sus grandes compañeros de ruta en épicas transmisiones radiales fueron Osvaldo Caffarelli, José María Muñoz, Juan Carlos Morales y Jorge Bullrich.
Al marplatense Juan Carlos Morales aún hoy -a ocho años de su partida- cuando lo recuerda se le iluminan sus ojos de emoción, al tiempo que afirma “el gordo era un tipazo”. Ambos, desde aquel año 1973 en que Morales llegó a Rivadavia, gestaron no sólo una excelente dupla profesional, sino una amistad que sería incólume hasta el 20 de Mayo de 2002, cuando el gordo falleció.
Su último trabajo profesional fue en el partido en el que River venció 3 a 0 a Boca, el 10 de marzo de 2002.
Hoy se cumplen ocho años de esa despedida frente a un micrófono, no sabía que sería su último saludo a sus fieles oyentes. Pero se fue como lo que era: un grande y, como tal, pasará el tiempo y seguirá siendo un ícono del periodismo. Conociéndolo, creo que sufriría mucho al observar el grado de sordidez extrema en la que ha caído su amada profesión por estos días.
¡¡¡Horacio, sus oyentes jamás lo olvidaremos!!!
Hoy se cumplen ocho años de esa despedida frente a un micrófono, no sabía que sería su último saludo a sus fieles oyentes. Pero se fue como lo que era: un grande y, como tal, pasará el tiempo y seguirá siendo un ícono del periodismo. Conociéndolo, creo que sufriría mucho al observar el grado de sordidez extrema en la que ha caído su amada profesión por estos días.
¡¡¡Horacio, sus oyentes jamás lo olvidaremos!!!