Así como en los años 50 llegara a este país, para sigilosamente incorporarse al afecto de un público joven, que descubriera en el “un diferente”, ayer, con el mismo mutismo y casi en el olvido absoluto, se fue de este mundo Hugo Tomas Tiburcio Adelmar Guerrero Marthineitz.
El peruano parlanchin, el negro Guerrero, el peruano, o simplemente el negro, fueron los apelativos que supo granjearse para identificarlo con afecto o con odio, como uno, quizá el más grande profesional de América latina. Desde su Lima natal, pasando por Chile, Uruguay y hasta llegar a Buenos Aires, fue amalgamando el reconocimiento de todos, quienes a través de la radio, lo captaron como el gran locutor migrado de su amado Perú.
Este negro, que ingresara al país en 1954 con el “Club De Los Descómanos”, bajo el brazo de la ilusión, ingresa a la exitosa programación de la por entonces brillante LR4 radio Splendid. Después, todo. Así como a su llegada cautivara a los jóvenes descómanos petiteros, también con los años, supo en LR3 radio Belgrano, aglutinar a todos los públicos: jóvenes, adultos y ancianos. Todos, cosa difícil, y sin distinción de edades, ni clases sociales, se pegaban a la radio para disfrutar del "Show Del Minuto".
Responsable, cabrón, ciclotímico, punzante, frontal, déspota, simpático y cuanta cosa más, podamos imaginar, conformaba frente al micrófono, el perfil profesional de este hombre de la radio.
En sus casi ´60 años de vivencia en el país,que adoptó como suyo, debió soportar el asedio de gobiernos de facto, que no perdonaron su franqueza. Quizá, su equivoco mayor, haya sido el ser ferviente defensor del gobierno de los años ´90. De allí en más, comenzó su decadencia profesional y por ende personal. Hoy, cuando aún su cuerpo no ha enfriado tanto talento, algunos medios irreverentes, manifiestan algunas de sus desventuras personales.
Quienes pudimos disfrutarlo en plenitud, siempre tendremos en nuestros oídos, su risa sarcástica, socarrona y personal, su voz inconfundible, y esos silencios que hablaban mas que las palabras. Se fue el negro, pero siempre en un rincón de nuestro corazón, estará vigente su enseñanza. “Otro clavó la sintonía”, esta vez para escuchar la infausta noticia: Murió HUGO GURRERO MARTHINEITZ.