Alguien, con mayor autoridad intelectual que este ciudadano, dijo “que para hablar de las cosas, hubo de haberlas vivido” Si bien es muy cierto, no siempre lo es, porque para poder hablar sobre un tema en particular, habrá que haberse ilustrado de aquellas fuentes, que sí, experimentaron por vivencia o investigación, aquello que aseveran como innegable.
En el tema que abordo en este blog, quise hacer una recopilación de cómo se conformaba el dial, cuando creo que gateando, descubriera lo tan maravillosa que es la radio. Quienes, como yo, tenían en cada punto de este acotado dial, una cita con sus favoritos, otros, los mas jóvenes, encontrarán en esto, solo un dibujo, o quizá, un documento histórico. Antes del dial que gráfico, del los años ´50, existieron otros, con otras radios, otras siglas y frecuencias. Pero esto, lo veremos en otro momento.
¿Por qué hoy, en tiempos de la digitalización y la tecnología, recalo en el pasado? Por varias razones. Una, para auto convencerme, del porque, cuando de pibe descubriera esto tan maravilloso, el aire era puro, y no viciado de señales falaces con interpretes prostibularios. Estoy convencido, que de haber nacido en estos tiempos, no me hubiese enamorado de la radio, porque el medio, ha pasado a ser una simple y vulgar propaladora con antena, a pesar de la existencia de ambas bandas, tecnología y un amplio menú, que como minuta de fondín de bajo fondo, ofrece la chatarra más espuria, que ilusionista hubiere imaginado.
Otra, de las razones que me llevan a esta recapitulación del pasado, con objetiva visión del presente, es el padecer, el gran desmadre, en el que esta inmerso el sistema de medios de comunicación audiovisuales, básicamente la radio, y que a mi entender, jamás, podrá ser reordenado. Hoy, a diferencia de aquellos tiempos, de aire puro y genuino, existen en cada punto del dial y en cuanta señal imaginemos, de cada rincón del país, aún los más agrestes, intereses rigurosamente políticos y fraudulentos. Punteros, concejales, intendentes, amigos, etc. se han apropiado del espectro radiofónico, y no lo abandonarán, porque esta, es la tribuna de barricada más eficaz, a diferencia de aquellos viejos tablados populares, donde los políticos, miraban de cara al pueblo.
Este pútrido enjambre de señales radioeléctricas, no se podrá desenmarañar jamás, porque por más buena voluntad que se quiera profesar desde la Afsca , (Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual) si es que la hay., me atrevo a vislumbrar, que al menor intento de suprimir una de ellas, cientos de piratas del aire, recurrirán a la justicia, y así, se sucederán nuevamente, las ya conocidos recursos de amparo y el clásico marco de “no innovar”.
En estas horas aciagas, una de las tradicionales radio emisoras de la ciudad de Rosario, LT8, esta siendo tironeada, como presa de fieras selváticas, en procura del botín. Claro, que las bestias, lo hacen por su supervivencia, estas, fieras de metrópolis, duchas en el coto de caza de frecuencias, lo hacen amparados por el ilimitado abuso de la democracia. ¿Acaso el vivir orgullosamente en un país democrático, da el derecho a los ilícitos mas aberrantes, como apropiarse de aquello que le corresponde al estado? Y el estado, no olvidemos, es el total de los ciudadanos, que habitan el país, representados por los electos.
En esta anarquía imperante en la materia, existe una incalculable cantidad de medios tradicionalmente legales, de los que el estado, ha perdido el control absoluto de quienes son sus verdaderos titulares. ¿Cómo es posible que esto ocurra? ¿Quiénes fueron los hacedores de esta barbarie? ¿Qué hacíamos nosotros, ciudadanos, mientras ello ocurría?
Presiento, con una gran dosis de desazón e impotencia, que aún, de ser ciertas las intenciones de la nueva ley de medios, será definitivamente imposible reordenar este colapso, en que estamos inmersos, por funestos políticos, indiferencia de funcionarios e intereses espurios de macro y micro monopolios, y de quienes, irresponsablemente transformaron al medio en un vil e infame comercio...
Si bien soy un ferviente apasionado del avance tecnológico, de una mayor cantidad y pluralidad de medios, para fomentar variedad de opinión, fuentes de trabajo, cultura y educación, mucho me gustaría volver a aquel viejo dial que conocí en los años ´50, con pocas radios, pero buenas, portadoras de servicio y espectáculo, cobijadas por un sistema ordenado y eficiente.
En definitiva, un régimen que de fiel cumplimiento de todo cuanto hace al tan sensible servicio, de los medios de comunicación, que quienes nos representan como estado nacional, arbitren aquello que corresponda para tal fin.
Hoy, ya vigente la flamante Ley Nº 26.522, percibo como imposible, mi sueño de radio mano.-